¡Oh, Honduras!


Por Tony Pérez,
Periodista y profesor universitario

Mi repudio rotundo a la oligarquía hondureña que la madrugada de este domingo mandó a guardias atrasados a sepultar la incipiente democracia de ese país centroamericano. Y solicito a Estados Unidos y al mundo que no se agoten en una simple declaración de ilegalidad, sino que inicien ya un embargo total y retornen al palacio de Tegucigalpa al presidente constitucional Manuel Zelaya.

Mi rechazo absoluto al vergonzoso acto de servilismo del
congreso y la justicia por haberse apresurado a un montaje de mal gusto para crearle el soporte legal al gorilismo, sin reflexionar siquiera en las consecuencias fatales para el pueblo que los eligió y les paga sus salarios; sin pensar siquiera en la inteligencia de la comunidad internacional.

Honduras no merece esa desgracia. Ese país de 112 mil kilómetros cuadrados y unos 8 millones de habitantes supo salir de “las botas” que, al servicio del poder expoliador, hasta los años ochenta del siglo XX lo empobrecían por minuto a golpe de robo y muertes. Durante los años 2006 y 07 su producto interno bruto rondó el 6 por ciento del PIB, uno de los mejores de América; el PIB per cápita es de 2,793 dólares y el Índice de Desarrollo Humano es intermedio (de 0.700, lugar 115).

A Zelaya no se le consideraba ladrón, ni explotador de los pobres, ni violador de los derechos humanos, ni enemigo de la educación y la salud de su pueblo. Todo lo contrario, pese a haber nacido en la riqueza, se le consideraba una abanderado del bienestar de su pueblo.

Para quienes se enriquecen a la carrera con la riqueza de Honduras, sí era, sin embargo, un gran peligro; por tanto, había que barrerlo del camino. Por eso, violentaron su vivienda y en ropa de dormir lo secuestraron, lo montaron en un avión y la mandaron a Costa Rica.

¿Qué país de América Latina no ha vivido esa experiencia? Aquí, por ejemplo, sufrimos un esquemita similar con el golpe de Estado contra el presidente constitucional Juan Bosch, el 25 de septiembre de 1963. Y casi medio siglo después sentimos el dolor de sus zarpazos, a través de la corrupción generalizada, las drogas, la falta de institucionalidad y la violencia.

Lo que acabamos de ver este domingo en Honduras es solo una señal de alerta del peligroso volcán que en todo el continente activan por segundo los sembradores de pobreza e indigencia.

Cualquier respaldo irracional a ese desaguisado, como el brindado a los golpistas por los congresistas y jueces hondureños, se convertirá en el más grande y venenoso espejo para los gorilas perversos que viven al acecho para dar golpes de bolsón en toda América y el Caribe.

tonypedernales@yahoo.com.ar

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