¡Vivir para contarlo!
Tenares, prov. Hermanas Mirabal, 16.07.2022.- “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla”, así afirma Gabriel García Márquez – en su novela: "Vivir para contarla”.
El autor de Cien
años de Soledad; escritor y periodista colombiano (EPD), tiene razón, toda
vez que los recuerdos son partes esenciales del ser humano. Nos ayudan a tener
la memoria histórica-nuestra, viva. Memoria que nos inspira y nos motiva a ser,
cada vez, mejores seres humanos.
La historia (nunca
contada públicamente) que les voy a contar comienza así:
¡Hace 44 años cuando
volví a nacer! ¿Y por qué la aseveración? Es que justo cumpliendo un
año de nacida (25 dic 1977), mi abuelo, Ramón Andrés López, conocido
como Monzón, (EPD), me da respiración RCP, o sea, -maniobra de
reanimación cardiopulmonar-, uno de los primeros auxilios, ya que presenté
la enfermedad de bronquitis aguda. Él si dudar, ni pensarlo dos veces; a
sabiendas de ser hombre de campo y sin estudios, pero sí, hombre listo,
honesto, trabajador, humilde, de familia y amoroso, al ver la desesperación de
Mami (Modesta López), me toma en sus brazos, me acuesta en el suelo de tierra
que tenía la casita donde vivimos por 6 años en Ojo de Agua – Salcedo, y comienza
a darme RCP.
Renací, ese día. Y al día siguiente me
llevan al hospital Pascasio Toribio Piantini de Salcedo a una cita médica, -me
cuenta Mami-, el doctor que le atendió le dijo: esa RCP salvó a su hija. Nunca
más volví a enfermarme de bronquitis, cosas de la vida y del amor de Dios.
Mami me lo cuenta con lágrimas en los
ojos. Yo, Raquel Alexandra Ortega López, la segunda de seis (6) hermanos, y
mayor de las hembras, me tocó aprender a lavar temprano y acompañar a mami a
cada una de las casas donde ella lo hacía por paga, no importaba la distancia a
pies que debíamos recorrer. Nos cansábamos, sí, pero sabíamos que teníamos que
hacerlo. Mami, ama de casa, papi, (Roque Ortega) moto concho y “hecha día”,
como dicen en República Dominicana al trabajador en fincas.
Pronto Mami se separa de Papi y tiene
que criarnos sola.
Entre estudios del bachillerato y
trabajo a medio tiempo, me inicié en el ámbito laboral sacando fotocopias
en Copy Datos, de Rafael Henríquez -Fafa-, quien me trató como
familia; esa distinguida familia Henríquez, tenarense, a quienes adoro tanto.
En el ámbito universitario y
profesional, otra gran historia que será contada en su momento.
Así comenzaron cada episodio de mi
vida, unos dulces, otros amargos y otros agridulces, pero todos enfrentados con
gallardía, fe, esperanza en el porvenir y agradecida de la misericordia de
Dios.
La filosofía de vida ha sido ver en la
cotidianidad un aprendizaje constante, valorando cada vez más a mi familia y
mis amigos cercanos, a quienes quiero como familia.
De la vida, lo agradezco todo, el
dolor, la angustia, la alegría, satisfacción del deber cumplido, cada conquista
lograda a puro dolor y sacrificio, sin hacer mucho ruido, prefiero proyectar
siempre una cara alegre y estar bien puesta para que nadie sospeche, si quiera,
que hay detrás. Primero, porque muchos sólo quieren ver caer a otros; otros los
empujan y luego quieren darte la mano para levantarte. En el mundo de la
comunicación es una situación muy común. Sin embargo, no me permito guardar
rencor, aunque muchos piensen que no tengo memoria reciente. Prefiero olvidar
los maltratos y seguir “echando el pleito en buena lid” como reza la frase
popular dominicana, nada que ver literalmente. Frase que evoca a dar lo mejor
de sí, posible.
De Papá Mon, como le
llamábamos los nietos, en Paz descanse, decía que yo era su favorita. Me salvó
por su astucia, amor y fe en Dios. Trabajó hasta el último de sus días, tras
quedar convaleciente y enfermo, luego de un accidente, regresando en su
motorcito desde Ojo de Agua hacia Tenares donde vivió por más de 20 años.
¡Te amo papá! ¡Dios te tenga en su
Santa Morada!
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